Bienvenida a la lucha de gigantes
de altura,
de alma…
sagaz campanilla quién me acompaña
cincos días cada semana.
No hubo ninguna pregunta
todo fueron respuestas señoría.
Besos que saben a interrogación,
abrazos que ocultan secretos
y se envalentonan ante la ocasión.
Una sorpresa sorpresiva
con regalo inesperado
y tarjeta de felicitación
escrita aquella gélida noche,
vacía de miedos y llena de fervor.
Miradas que mueren en un riso
discursos estudiados faltos de saliva.
No protestaré haberte dicho
Que seas tú quien sople mi llama viva.
Deseo retarte al “ring” de la lucha,
espero no usar mi toalla blanca,
pues no hay nada como un buen golpe
para sentirnos más vivos
y sacar nuestro lado más Quijote.
No se si eres un unicornio
o el Pegaso que mate esta quimera.
No tiemblo por no estar a tu altura,
pues aprendí a caer bien
y levantarme con bravura.
Dado que no tolero amores de tienda,
querida señoría,
aceptaré sin reproches su enmienda.
